La ceremonia ritual de la Yawar panga constituye un acto curanderil específico de la Selva Alta del Perú, destinado a operar una limpieza profunda del organismo de los participantes. Consiste en la ingestión del zumo de las hojas frescas de una planta trepadora identificada como Aristolochia didyma S. Moore (familia Aristolochiaceae), complementada con un entorno ritual de melopeas (ikaros), soplos vitalizantes de humo de tabaco negro que dirige el chamán a su paciente y el rítmico sonido producido al batir las shacapas (manojo de hojas secas de Pariana sp.).

Una planta de desintoxicación

La Yawar panga resulta ser una planta muy útil en el tratamiento de todo tipo de intoxicación, particularmente en la primera fase del tratamiento de la adicción a drogas. La rehabilitación de toxicómanos, de acuerdo a la metodología que empleamos en el Centro Takiwasi, requiere de un tiempo mínimo de nueve meses en el cual el uso de la Yawar panga es máximo en la primera semana del tratamiento. Sus propiedades eméticas, y catárticas en menor grado, la convierten en un excelente medio de depuración. Permite especialmente desactivar en el toxicómano el síndrome de abstinencia, tanto en sus aspectos físicos como psíquicos (especialmente la angustia). Facilita además el inicio del tratamiento ya que el interesado siente inmediatamente que "la planta es más fuerte que la droga". Frecuentemente, se despierta, de manera consecutiva a la toma, la producción onírica con contenidos significativos lo que genera una gran alegría al paciente cuando se siente de nuevo “vivo desde adentro”, reconectado con su mundo interior anestesiado por las drogas. El alivio es tan palpable que fortalece la motivación del sujeto a seguir adelante.

Este primer paso permite luego una intervención más eficiente de otros preparados vegetales así mejor asimilados con esa limpieza previa. Cabe destacar que, en el protocolo terapéutico de la drogadicción, todos estos remedios se asocian a otras técnicas de psicología contemporánea, de trabajo energético, de ergoterapia, etc. También, otros pacientes no adictos pueden participar de la ceremonia ritual de la Yawar panga con el fin de proceder a una desintoxicación general de su organismo. Por ejemplo, por un excesivo consumo de alcohol; luego de haber asimilado muchos medicamentos durante un tratamiento farmacológico convencional; después de una fase de stress intenso o de un período de fiestas donde hay sobre ingestión de alimentos pesados, etc. Tradicionalmente se utiliza también para la expulsión de algún brebaje maléfico que haya podido ser dado de tomar subrepticiamente al paciente con intención de provocarle un "daño" (mal hechizo) y para la curación de mordedura de víbora.

Léxico simbólico

El nombre de Yawar panga está constituido por dos vocablos quechuas: yawar = sangre y el sufijo “panga” que designa una hoja ancha, por que vendría a designar una “amplía hoja de sangre”. Se le denomina así porque al cortar su hoja o tallo, derrama un líquido rojizo, sanguíneo. Es de interés constatar que de conformidad con la teoría de las signaturas de Paracelso, la Yawar panga precisamente desintoxica la sangre. Los nombres atribuidos popularmente a las plantas nos informan no solamente sobre características morfológicas de las plantas, o de las zonas donde crecen, sino en lenguaje simbólico sobre sus potencialidades terapéuticas. Así, en la Selva Baja es conocida en algunas partes como Huancahui Sacha y en otras como “zapato de difunto”. Ambas alusiones están referidas a la característica sobresaliente de la flor: el color oscuro con vetas blancas es parecidos al plumaje que cubre el cuello de un ave falcónida (Herpetotheres cachininans) que caza las serpientes; el de zapato de difunto alude claramente a la forma de la flor parecida al de un zapato botín que calza unos escuálidos pies (pies de difunto). La disposición de esta flor en el tallo es con el ovario ínfero cáliz corola y los otros elementos florales colgando del pistilo. Otro nombre atribuido en la selva baja es de Machacuy Huasca que reúne el nombre de una serpiente venenosa (machaco o Bothrops bilineatus) y el sufijo “huasca” que designa una planta trepadora con un tallo serpentiforme (como en aya-huasca).

A nivel simbólico, la Yawar panga sería a la vez la potencia del aire (ave) que domina la serpiente venenosa en su aspecto terapéutico y potencialmente también una potencia de tierra (serpiente) venenosa, o sea que puede matar el cuerpo en dosis tóxicas. Si referimos que la serpiente simboliza el conocimiento, es conocimiento bueno cuando es inspirado y ritualizado, en un uso espiritual (aire), y es conocimiento malo cuando se le apropia como materia consumible no ritualizada (tierra). La dimensión espiritual (aérea) de la Yawar panga tiene entonces el poder de dominar y evacuar los conocimientos venenosos, falsos conocimientos o creencias, lo que coincide con el uso tradicional de purificar de la “maldad” o de los “demonios”.

Modo de uso

De las hojas de Yawar panga se extrae el jugo, que se da de beber a los pacientes, fresco, sin más preparación o añadido de otros aditamentos. Para los drogadictos se prescribe en dos oportunidades iniciales: una al momento de ingresar al Centro Takiwasi y la otra durante el transcurso de la primera semana de tratamiento. En el transcurso del tratamiento de nueve meses se pueden repetir las ingestas según la necesidad.

Cabe mencionar que esta planta dentro del contexto de investigación bioquímica todavía no está plenamente elucidada. Se desconoce el mecanismo de acción a nivel de sistema digestivo y particularmente del tracto gastro-intestinal para producir el vómito y las evacuaciones anales; más su uso se inspira en un antiquísimo saber tradicional. No está estudiado el grado de absorción de las sustancias emético-purgativas y qué estimulación producen en la zona químico-receptora. De acuerdo con los estudios fitoquímicos realizados, responsables de su actividad son el ácido aristolóquico y otros derivados de estructuras lignificas y sus glucósidos. Lo que no se sabe aún es si el ácido aristolóquico y los otros compuestos sufren una degradación metabólica en el organismo o los compuestos simplemente se excretan como tales. Hay referencia acerca de lepidópteros que en forma de larvas extraen ácido aristolóquico de plantas que producen estas sustancias como metabolitos secundarios para utilizarlos como mecanismo de defensa contra sus agresores: trozos de 0.15 mg/larva es suficiente para producir efectos indeseables en el organismo de un pájaro de 300g de peso. Sobredimensionando esta referencia, 30 mg de ácido aristolóquico son suficientes para causar los efectos emético-purgativos en un hombre de 60kg de peso corporal promedio.

La Yawar panga no se administra como una poción cualquiera. La eficiencia de sus cualidades naturales se potencializa en un entorno especial de carácter ritual. Lógicamente éste requiere la preparación de los pacientes a quienes se les explica de antemano que se trata de una planta emética (vomitiva) y catártica. Se les invoca que es importante asumir una actitud respetuosa durante la ceremonia porque es un medio de limpieza no sólo del cuerpo sino del espíritu. Se les anticipa también que tienen que tomar abundante agua (un mínimo de 6 litros en 2-3 horas) para que el efecto emético se produzca en las mejores condiciones, que la limpieza sea efectiva y produzca una acción renovadora. No ingerir agua retarda el proceso haciéndolo lento e inútilmente penoso. En efecto, el agua es el vehículo de difusión de la sustancia activa por el tracto gastro-intestinal y además produce un incremento del contenido intestinal con el consiguiente aumento de volumen.

Hoja Yawar Panga

Para facilitar la absorción de los componentes eméticos purgativos de la Yawar panga y su eliminación ulterior, se da a los pacientes previamente un purgante liviano. El día anterior pueden tomar en ayunas el agua de dos cocos (Coco mucifera) al cual se añade un frasco de leche (sulfato) de magnesia de 120ml y un sobre de sal de frutas de 5g (ácido cítrico + bicarbonato de sodio + carbonato de sodio anhidro): este purgante es un tamponador del pH gastro-intestinal.

La ceremonia de la Yawar panga es dirigida por un curandero o por un terapeuta que ha seguido un proceso de iniciación. Imparte a cada paciente aproximadamente una cucharada (15ml) del zumo de Yawar panga, el cual no presenta sabor desagradable. Diez minutos después de tomar la poción, comienza a ingerir abundante agua para activar la zona quimio-receptora (mecanismo central del vómito) y el estómago (lugar donde nace el reflejo del vómito). Cada vez que ingiere agua sobreviene el vómito. La acción emética puede durar un promedio de dos horas. En ese transcurso el paciente ha bebido aproximadamente seis litros de agua. Pese a su aparatosidad el vómito no es doloroso, sobreviene con naturalidad. Las ondas eméticas se detienen bruscamente en algunas personas y de manera progresiva en otras, y en esas últimas puede durar varias horas según las “cargas” tóxicas a diversos niveles (físico, emocional o espiritual). Sin embargo, en personalidades obsesivas, el paciente tiende a querer seguir tomando agua para liberarse de “todo mal” y es necesario detenerlo ya que la sola toma de agua despierta un reflejo vomitivo sin que haya un beneficio a nivel de purificación y se podría desbalancear a nivel de electrolitos.

Al término de la ceremonia se toman medidas para suspender el efecto vomitivo si ello no ocurre naturalmente. Una forma muy sencilla es administrar un poco de té de canela con azúcar. Los aceites volátiles de la canela cortan la acción espasmolítica producida por el ácido aristolóquico, y el azúcar restituye las energías perdidas ante la drástica eliminación de electrolitos y metabolitos. El azúcar corta la acción de las plantas depurativas y particularmente de las plantas de sabor amargo. Se puede también pasar limón cortado bajo las axilas y sobre el abdomen. Se recomienda una ducha después de la sesión para reducir los efectos, refrescar el cuerpo y limpiar de los miasmas y del sudor.

Los efectos secundarios eventualmente observados en los pacientes durante la ceremonia no son siempre iguales, pero evocan reacciones de tipo vagal como pesadez de cabeza, frío o baja de presión, tembladera, embriaguez, mareos, sensación de debilidad, sentimientos depresivos, sueño. Estos síntomas son pasajeros y se compensan naturalmente en la mayoría de los casos; en otros pocos el terapeuta interviene con soplos de alcanfor, tabaco, agua florida, oraciones y maniobras energéticas para regular la energía del paciente. En ocasiones un curandero experimentado puede succionar (“chupada”) en la zona del plexo solar para disminuir los espasmos. Frente a una baja de presión y cansancio importantes se puede dar a chupar un limón al paciente con un poco de sal.

La Yawar panga no se administra como una poción cualquiera. La eficiencia de sus cualidades naturales se potencializa en un entorno especial de carácter ritual.

El vómito sucede naturalmente, pero en casos de bloqueo importante de superar, que muchas veces tienen que ver con aspectos psicológicos, al cabo de 2 horas sin conseguir el vómito, se puede inducirlo con la estimulación manual del reflejo vomitivo con los dedos o mediante una hoja fina que toca o cosquillee el fondo de la garganta. Es recomendable averiguar antes de la sesión si el paciente tiene rechazo al vómito o nunca haya vomitado en su vida, lo que induce a la prudencia. Para ciertas personas (y más frecuentemente en mujeres con connotación psicológica de abuso) el hecho de forzarse a ingerir una cantidad importante de agua puede ser asimilado a una forma de intrusión violenta, de “violación” de la integridad, y se resisten a tomar agua por lo que es preferible en esos casos optar por otra manera de purgar.

Los pacientes eliminan inicialmente los alimentos de su comida anterior todavía no digeridos. Se recomienda o quedar en ayunas o comer de manera liviana (una sopa, por ejemplo) al medio día. Luego el vómito elimina flegmas que corresponden a secreciones mucosas de las paredes digestivas y señalan una purificación profunda. Se experimenta a veces la evacuación de productos ingeridos muchos años antes y reconocibles por su olor como los inhaladores para tratar el asma o el éter usado como anestésico en alguna cirugía. Esos signos dan una idea de la profundidad de la limpieza que se efectúa no solamente a nivel físico sino también energético, esas sustancias habiendo sido metabolizadas a nivel orgánico, pero no a nivel energético.

En una tercera etapa, en algunas personas, se elimina bilis (líquido amarillento, tibio y amargo), a veces en forma importante, lo que indica una sobre producción a nivel hepático y retención vesicular. Esa eliminación se encuentra en personas que tienden a la preocupación constante, a volver sin cesar sobre rencores no digeridos, a pensar obsesivamente en amarguras pasadas. Tras este comportamiento, muchas veces se descubre un profundo sentimiento de injusticia, la sensación que la vida no ha sido justa, la no aceptación de lo que le tocó a uno vivir (“¿Porque yo? ¿Porque este sufrimiento en mi vida? ¿Porque esta familia, este cuerpo, este lugar, etc.?”).

Habitualmente el paciente termina muy cansado y desea reposar al final de la ceremonia. Una vez conseguido el sueño es generalmente profundo, muchas veces con sueños significativos. A cada toma de Yawar panga se hace más fácil vomitar, viene y se termina más rápido, y el cansancio luego de la ceremonia va disminuyendo. Se realiza la purga en la tarde de manera a que el paciente pueda luego descansar una noche completa. No se ingiere ningún alimento después de la sesión y hasta el día siguiente.

Durante la ceremonia, se pueden despertar dolores en ciertas partes del cuerpo que señalan “corazas” musculares que corresponden a bloqueos energéticos, memorias somáticas de problemas emocionales grabadas en el cuerpo. La Yawar panga no tiene efectos visionarios, sin embargo, en personas sensibles pueden surgir imágenes con significado importante a modo de ensoñación despierta. Más frecuentemente se movilizan emociones reprimidas (cólera, miedo, tristeza…) que el paciente puede expresar durante el proceso. Todas esas manifestaciones catárticas son en sí curativas y representan indicaciones interesantes a nivel de exploración diagnóstica y terapéutica.

Se nota también una fotosensibilización razón por la cual la ceremonia discurre en la semi-oscuridad. En ciertos casos, la irritación de la garganta por esfuerzos para vomitar puede romper unos capilares sanguíneos y el paciente escupe un poco de sangre. No representa ningún peligro ni requiere tampoco ningún tratamiento especial.

Yawar Panga

Al siguiente día de la ceremonia el paciente experimenta una placentera sensación de alivio, un esclarecimiento de ideas y lucidez mental agradable, relajamiento corporal y semblante luminoso. Las percepciones por los cinco sentidos se hacen más agudas, en especial a nivel olfativo. El único efecto secundario que se encuentra a veces al día siguiente es cierto dolor moderado en la garganta y de la parte alta del pecho por la movilización violenta de músculos habitualmente poco solicitados. No requiere ninguna intervención y desaparece en un par de días a lo máximo. Los siguientes días la acción de la planta se potencializa si el paciente toma sus alimentos con frugalidad evitando el exceso de grasas, azúcar y condimentos irritativos (ají, pimienta, etc.). Vale subrayar que a la evacuación vomitiva se pueden asociar eliminaciones por otras vías naturales: evacuación diarreica (acción purgativa), hipersalivación, sudor intenso, orina cargada, aliento fuerte.

La toxicidad del ácido aristolóquico y otros derivados metabólicos de la Yawar panga manejada en forma controlada (30mg/hombre de 60kg promedio de peso corporal) actúa como un emético ideal en mejores condiciones que los eméticos artificiales que se expenden en farmacia. Según nuestra experiencia, salvo muy raras excepciones, los sujetos de esos que se denominan de "estómago duro", no resisten a esa porción de Yawar panga (una cucharada): todos vomitan. Por lo que es importante su uso en casos de envenenamiento. Una dosis mayor de la señalada podría tener consecuencias peligrosas. Sin embargo, con un manejo adecuado, se puede dar también a los niños a partir de los 10 años de edad con las mismas pautas y prescripciones que deben guardar los adultos: la exigencia de tomar abundante agua requiere un mínimo de participación voluntaria y comprensión del paciente.

Por precaución se considera contra-indicado dar este preparado a las mujeres embarazadas, a los pacientes con alteraciones metabólicas serias (diabetes, por ejemplo), a personas con un organismo demasiado debilitado, con problemas cardiovasculares serios (insuficiencia cardíaca, hipertensión) y a personas con lesiones en el tracto digestivo (úlcera, fisura del esófago, etc.) por los riesgos de hemorragia.

Se ha señalado en la literatura científica la posibilidad de que las aristolochias sean cancerígenas, especialmente a nivel renal (Michel J. et all, 2013; Subhuti Dharmananda, 2001). Sin embargo, los estudios no se realizaron con Artisolochia didyma y se refieren mayormente al uso prolongado de cápsulas con aristolochias en medicina china sin apuntar a efectos de purgación. Se ve poco probable que un uso puntual donde además se elimina la planta mediante el vómito sea responsable de una tal irritación que pueda generar un proceso de cancerización. Se discute también en los casos de cáncer señalados el papel de medicaciones asociadas y la importancia del terreno de pacientes con deficiencias previas a nivel renal. En la medicina tradicional amazónica no se conocen esas complicaciones y nosotros nunca las hemos observado en ningún paciente luego de 28 años de ceremonias semanales con miles de personas.

Contexto ritual

El curandero dirige la ceremonia mediante cantos shamánicos llamados "ikaros". Desde el inicio, el maestro "carga" el preparado vegetal con sus ikaros y soplos de humo de tabaco negro. Una vez que el curandero ha "convidado" (entregado con amor) el jugo de esta planta a los pacientes, sobreviene un trabajo que dura aproximadamente dos a tres horas. El curandero canta e invoca fuerzas benéficas al tratamiento. Los ikaros pertenecen a aquellos curanderos que han ingerido plantas psicotrópicas y han modificado su estado su estado normal de conciencia para así poder captar directamente de las plantas a través de sueños y visiones. Este proceso de iniciación es largo, penoso y exigente: sigue reglas precisas y rigurosas (control de la alimentación, de la sexualidad, del sueño, etc.). Los ikaros o los cantos sagrados juegan un rol muy importante durante la sesión curativa, son como el timón de una embarcación mediante los cuales el curandero guía la ceremonia.

Sacudiendo rítmicamente la shacapa (manojo de ramas secas) o la maraca, el terapeuta entona los ikaros para movilizar las energías individuales y colectivas en juego y potencializar el efecto del brebaje. Diversas otras técnicas se emplean durante la sesión de Yawar panga con el mismo fin: sopladas de alcanfor, agua florida, canela, masajes... En algunos casos se pide al paciente ejecutar ciertos movimientos y ejercicios de respiración destinados a facilitar la expulsión de los tóxicos. Al inicio y al final de la ceremonia, previa ikarada, el curandero sopla al paciente en diferentes partes de su cuerpo: corona, espalda, pecho y manos. La soplada actúa como un sutil restablecedor energético, hecho que se puede captar o entender mejor cuando uno lo percibe bajo modificación de su estado de conciencia, con sensibilidad acrecentada.

Vale subrayar que la efectividad del ritual se hace evidente en el tratamiento con la Yawar panga. La experiencia nos enseñó que cuando un terapeuta no iniciado da el preparado, sin el ritual adecuado, los efectos eméticos demoran en manifestarse (después de una hora o más al lugar de 10 a 15 minutos habituales) y no alcanzan la eficacia que se consigue en el marco ritual. Las sesiones tienden a durar mucho tiempo, con el agotamiento consecutivo del paciente.

Efectos de la purga

La función del vómito y eliminaciones anexas es purificar. Cuando una persona vomita no solo devuelve el agua y el tóxico ingerido a un nivel físico sino toxinas ingeridas mediante la alimentación, la contaminación ambiental y sustancias químicas absorbidas incluyendo medicamentos y drogas. También a un nivel emocional se libera de sus bloqueos, de elementos psicoafectivos guardados o reprimidos que la molestan y la afectan de manera inconsciente. La hacen a veces pensar y actuar en forma inadecuada aún en contra de su propia voluntad. Se eliminan juntas las impurezas del cuerpo-mente.

A nivel psicológico, el vómito supone una apertura voluntaria del sujeto para "devolver" y la aceptación de encarar "el mal" que está adentro de sí mismo. A diferencia de la evacuación anal vinculada a connotaciones sádicas y dominadoras, la eliminación oral supone humildad, sumisión con confianza hacia el terapeuta y a través de él hacia la Vida. En sí, señala y manifiesta el deseo de "agachar la cabeza", romper la rigidez (“pueblo a la nuca dura” reza la Biblia frente a la rebeldía del pueblo judío) y liberarse de los "diablitos" que uno tiene adentro. El paciente decide "devolver" lo que ha sido incorrectamente ingerido, los alimentos físicos, mentales y espirituales que tragó sin tener la capacidad de digerirlos, metabolizarlos. Con la purificación de la boca es el verbo que se purifica, la palabra y por ende los pensamientos. Si se considera a la vida como un movimiento perpetuo, todo acto de retención constituye une forma de detener el flujo vital. Se pone evidente como muchas veces, de manera neurótica, uno “quiere” su sufrimiento, prefiere guardarlo, ya que es conocido y habitual, al lugar de deshacerse de él y explorar otras maneras de vivir. Retener corresponde un acto que tiene que ver con el “tener” e impide el “ser”. Esa retención constituye de alguna manera una transgresión espiritual en la medida en que se opone al flujo de la vida, de la energía vital, a la confianza básica que es un acto de fe. Se trata entonces de restituir lo que ha sido retenido de forma inadecuada, devolverlo. Atreverse a soltarse, renunciar a la no aceptación de lo que conforma nuestro vivir. La potencia de la Yawar panga nos lleva a esta abdicación necesaria, a esa benéfica rendición frente a lo que nos supera. En este sentido figura el rompimiento del orgullo, la vanidad, la auto-suficiencia para ir hacia la aceptación de lo que la vida nos da y hacia el reconocimiento de nuestras limitaciones, nuestra pobreza, nuestra suciedad interior, hasta nuestra miseria. Esa miseria que apela la misericordia de algo que nos supera. Nos invita a existir por ser y no por tener. Nos invita a renunciar al espíritu de venganza que busca siempre una devolución, una compensación por lo que consideramos ha sido injusto hacia nosotros en la vida. Nos invita a renunciar al patrón de víctima frente a la vida que sería “mala” y reconocer que somos nosotros los que no sabemos acoger la bondad de la vida porque no se nos da como queremos, de la manera que queremos, cuando lo deseamos. Ósea renunciar a este ego infantil que no sabe entregarse y, en su inflación y tiranía, exige que las cosas sean como uno quiere. Vale decir renunciar a esta enorme pretensión de saber lo que está bien para uno mismo y que es la vida, y por esa ceguera no ve la grandeza de lo que lo supera y no puede acceder a la contemplación humilde del misterio extraordinario del estar vivo. La Yawar panga da acceso a esta comprensión, pero no de manera intelectual, sino desde la inscripción corporal que se da a través del vómito.

Yawar Panga

Tradicionalmente en el curanderismo, la eliminación oral es también la oportunidad de extraer un "daño hecho por la boca". Se considera que es posible perturbar emocionalmente a un individuo haciéndole ingerir a escondidas un brebaje preparado para tales fines. En la hechicería se conocen múltiples sustancias nocivas (sangre menstrual o tierra de cementerio, por ejemplo) que se pueden introducir subrepticiamente en la bebida de la víctima. La perturbación "energética" provocada por la presencia de tal tóxico entraña efectos a nivel físico, psíquico, espiritual y comportamental. La purificación se ejerce entonces a esos diferentes niveles de manera simultánea.

Esta infestación tradicional es intencional, pero se encuentran también infestaciones no inducidas en numerosas personas. Se trata de formas de contaminación espiritual por entidades malignas (malos espíritus) que parasitan a la persona. Tienen varios grados de gravedad, desde una simple obsesión hasta llegar excepcionalmente a formas de posesión. En esos casos, la Yawar panga potencializada por un ritual adecuado, lo que requiere mucha preparación, juega un papel exorcista. Esas infestaciones ocurren por prácticas de magia, espiritismo (ouija), ocultismo, frecuentación de personas o lugares contaminados espiritualmente, desprotección energética en consumo de drogas y prácticas sexuales desacralizadas o mediante abuso (violación, incesto), toma de plantas psicoactivas sin ritual o con ritual inadecuado, profanaciones de lo sagrado, herencias transgeneracionales, etc.

Igualmente, en la drogadicción, el vómito cumple una función terapéutica a estos tres niveles: elimina la droga como sustancia tóxica pero también calma las emociones y abre a la reconexión a la dimensión espiritual. Este reordenamiento energético permite al sujeto recobrar valores fundamentales, conseguir mayor lucidez sobre su situación real y fortalecer su motivación para seguir el tratamiento. Observadores exteriores, por lo espectacular de la emesis, creen a menudo que este tipo de tratamiento constituye una suerte de castigo, de medida repulsiva destinada a desanimar al drogadicto de volver a la droga. Se trata más bien de una limpieza necesaria y a veces difícil pero finalmente tan apreciada por los pacientes que muchos de ellos, cuando pasan por una crisis o se sienten mal, solicitan espontáneamente una sesión de Yawar panga.

La limpieza suscitada en la ceremonia de la Yawar panga permite la introducción consecutiva de otras plantas-maestras (Ayahuasca, por ejemplo) que utilizamos con los adictos internados en el Centro Takiwasi. El adicto empieza así un camino de recuperación que constituye a la vez su propia iniciación, la cual está destinada a revertir la contra-iniciación emprendida imprudentemente con las sustancias adictivas.


Conferencia inicialmente presentada al VII Congreso Internacional de Medicina Tradicional y Folklórica, Mérida, México, diciembre 1993, aumentada en 2014. Aportes del Sr. Rony Rengifo Yon, terapeuta y del Dr. Julio Arce Hidalgo, profesor de Ingeniería Química de la UNAP, Iquitos, Perú.

La purga de Yawar Panga en el Centro Takiwasi

La Yawar Panga no se administra como una poción cualquiera. La ceremonia de la Yawar Panga es dirigida por un curandero o por un terapeuta que ha seguido un proceso de iniciación.