En Mayo del 2014, respondiendo a una invitación de Jacques Attali, hemos participado1 al LH Foro sobre Economía Positiva, que se desarrolló dentro de las instalaciones de la Comunidad San Patrignano, cerca de Rimini (Italia), lugar de residencia de personas con problemas de abuso de consumo de sustancias adictivas. Queremos en este modesto reporte compartir nuestra extrañeza e inquietud relativas al ambiente que, durante esta breve estadía, descubrimos en esta famosa Comunidad Terapéutica presentada como un modelo para el futuro y señalar las reflexiones que nos suscitan, las interrogantes que emergen en cuanto a visión del porvenir de la humanidad según este prototipo de sociedad del mañana.

Se trataba del tercer Foro de esta naturaleza - los dos primeros se realizaron en Francia - y el primero que se realizó en otro país, Italia.

La economía positiva es un concepto desarrollado por Jacques Attali, economista y ex-consejero del presidente francés François Mitterrand. Apunta, según afirman, a situar al ser humano en el centro de la economía y considerar necesario tomar en cuenta las futuras generaciones en toda decisión de carácter económico. Proyectos novedosos que tratan de fomentar o son ejemplos vivos de esta idea han sido invitados a participar a este encuentro, cada uno teniendo solo 15mn para convencer. Takiwasi ha sido considerado un proyecto “inspirador” en este sentido y especialmente en el contexto del tema de las adicciones que interesa también la Comunidad San Patrignano que nos acogía.

Hemos presentado una intervención titulada “Ayahuasca y Medicinas Tradicionales Amazónicas en el Tratamiento de las Adicciones” que ha sido presentada en francés con power point en inglés y traducción simultánea en italiano e inglés. Ha sido difundida en directo por internet y luego colocada en youtube. (Ver video)

El Sr. Jacques Attali nos felicitó al final de la intervención y solicitó publicaciones nuestras sobre el tema. En general, el entorno de Jacques Attali y las personas procediendo del Grupo PlaNet Finance fueron entusiastas sobre la presentación. Mientras los representantes de la Comunidad San Patrignano se mostraron contrarios a nuestros planteamientos que resultaron en total oposición con su prédica. A tal punto que solicitaron se haga un debate entre en médico de San Patrignano y yo como representante de Takiwasi. Acepté, pero luego se canceló por motivo (¿real o inventado?) de falta de tiempo. Esa reacción no fue de extrañar cuando se describe brevemente lo que es San Patrignano y cómo Rosa y yo percibimos a esta Comunidad.

San Patrignano tiene más de 25 años de existencia y acoge actualmente más de 1300 residentes adictos a la vez. Se define como la mayor comunidad terapéutica para adictos en el mundo. Es todo un pueblo con hospital, escuela, piscina, un consultorio dental, un comedor gigantesco cuya cocina es la mayor de Italia pudiendo atender 5000 almuerzos a la vez, etc., y tiene hasta un cementerio. Nos hicieron visitar los 47 talleres de producción donde laboran los residentes y que apuntan en general a productos de alta calidad (vinos finos, crianza de caballos de carrera, de perros de raza labrador, papel mural pintado a mano, ebanistería fina, juguetes, artesanía, etc.). La filosofía de Centro es la rehabilitación mediante le excelencia en el trabajo: no hay psicoterapia, no hay orientación ni práctica espiritual, no hay medicamentos. Supresión de todas las drogas a la entrada, incluyendo el tabaco. Pretenden abastecerse a 70% de sus necesidades (chacras, panadería, crianza de animales, viñeros, lavado de ropa industrial, etc.). La residencia es gratuita. La imprenta fabrica productos de alta calidad y una sola de las máquinas gigantescas que tiene y funciona todo el día tiene un costo de 400.000 US$. En otros términos, hay una inversión millonaria y San Patrignano dispone de una red de apoyo en toda Italia con empresas de gran envergadura, bancos, financieras, etc. En el evento participaron numerosos CEO de empresas nacionales y multinacionales (Havas, Schneider Electric, etc.), bancos, todos amigos de San Patrignano. Los pacientes viven en casitas y se manejan en grupo según el espacio donde laboran. Se reúnen todos para las comidas en el inmenso comedor donde los cocineros y los mozos son también pacientes uniformados. La cena de gala inaugural del evento se realizó en el restaurante de gran clase de San Patrignano y los coffee-breaks también fueron atendidos por pacientes encorbatados sirviendo vinos finos y pastelería delicada. El ambiente es totalmente limpio, los jardines perfectos. La sala de conferencia dispone de tecnología de punta, tiene un diseño todo de madera machimbrada, con spots y juego de luces, cabinas de traducción simultánea…

Los pacientes circulan por el Centro de manera relajada pero contenida, no se oyen exclamaciones, risas francas, bromas. Todos parecen bien educados y tranquilos. Visto desde afuera recrea un pequeño paraíso.

El tratamiento consiste únicamente en el trabajo, la superación por la excelencia. Abandono de todas las drogas a la entrada (incluyendo tabaco). Residencia mínima de 3 años y puede durar 4, 5 años y ciertos pacientes quedan de por vida… No hay internet ni celulares ni contacto con el exterior durante toda la residencia. Muchos pacientes son derivados por la justicia como sustitución a la cárcel. Abstinencia sexual durante toda la estadía. Las mujeres (unas cincuenta) trabajan y viven entre ellas. Al primer año de residencia tienen derecho a la primera visita de la familia. A los tres años tienen permiso para ir a su casa durante 10 días y se evalúa lo que pasó. Hemos visto un solo paciente de color entre los centenares. Todos tienen el mismo corte de pelo corto y visten con el polo de San Patrignano o ropa sencilla pero limpia. Cuando preguntamos qué hacen cuando hay “movidas” o crisis, responden que “hablan entre residentes” y eventualmente el responsable de grupo y todo se controla. En los peores casos pueden solicitar un psicólogo (dicen solamente 10% de las veces) o hospitalizarse en la clínica del Centro. Si se enamoran entre pacientes de sexo opuesto, piden permiso a sus responsables que evalúan si establecer la relación adecuado… Reportan un 72% de éxito (no definido) que hubiera sido comprobado por un estudio de la Universidad de Bologna y parece la única referencia (no hemos tenido este estudio en manos). Los acompañantes no ex-adictos son señalados como voluntarios (entre 130 y 150) lo que es una tasa muy baja (uno para diez residentes… comparar con Takiwasi donde laboran más de 40 personas para 15 residentes…). Los residentes tienen todas sus necesidades cubiertas por el Centro (no se cocinan ni lavan la ropa salvo los pacientes trabajando permanentemente en estas áreas), y no reciben sueldo por su trabajo por lo que no pueden ahorrar ni disponer de dinero propio.

Para tener una idea de este encuentro y de la Comunidad pueden ver un reportaje fotográfico en este enlace

Con Rosa observamos los siguientes puntos:

- Los pacientes parecen idénticos con una especie de personalidad común, indiferenciada, sumisos a un patrón o modelo implícito. La uniformidad de los residentes es llamativa, no se desatacan personalidades, caracteres… como si se les hubiera quitado el “espíritu”. Son amables, manifestando una especie de igualdad de humor sin chispa, ni “high” ni “depre”, la “normosis” señalada por Pierre Weil, una normalización masificante, indistinta. Nadie se ríe a carcajadas o se enoja por la broma pesada de otro. Se ve una especie de felicidad prefabricada.
- Se notó más bien un ambiente de tristeza en el taller de las chicas, algo “muerto”, deprimente, demasiado “normal”.
- No se ven pacientes solos o manifestando algún tipo de comportamiento peculiar, personal, singular, algo de fantasía. Ni en la apariencia (ropa, corte de pelo, no hay barbas ni bigotes, no hay pulsera, collares, peircing…), ni en estilo, el comportamiento, la manera de hablar, la mirada… No se puede decir que son zombis, no están con mirada apagada ni embrutecimiento, pero nadie tampoco está triste, de cólera, irritado, provocador… No se puede distinguir el dealer mafioso consumiendo cocaína del hijo de familia o del marihuanero volado. No se puede adivinar su origen social o su historia. En sumo les falta vida y expresión diferenciada.
- Llama la atención que los pacientes no intentaron espontáneamente establecer conversaciones o intercambios con nosotros (como lo que se ve en Takiwasi). No había prohibición formal (por lo menos para nosotros y de manera visible para los residentes) pero esa falta de interés, de curiosidad nos ha parecido anormal y sospechosa. No hemos podido tener conversaciones privadas con los residentes andando siempre en grupos. Las dos únicas veces que estuvimos relación directa fue sorprendente. El guía que llevaba los visitantes es un paciente que tiene 5 años en el Centro, habla inglés, y se prepara para seguir con lo mismo en una filial que pretenden instalar en Australia. Siendo de Kosovo, al volver a los 3 años de visita a su casa, consideró que se sentía más en familia en San Patrignano que con sus propios familiares. Cuando se indagó sobre sus vivencias interiores (le pregunté sobre sus sueños) reconoció que antes de entrar en San Patrignano tenía un interés por entender los contenidos oníricos, pero se le fue… y de repente la conversación fue interrumpida por la venida de otro grupo y no se restableció. A una chica sueca que nos guió en otro momento, le pregunté sobre su vida afectiva y emocional…y le vinieron las lágrimas a los ojos y “oportunamente” un compañero la vino a buscar. ¿Casualidad? Tal vez sí, tal vez no…
- Después de mi intervención a la cual asistieron unos cien residentes (¿seleccionados?) ninguno se acercó para preguntar sobre Takiwasi, el chamanismo, las plantas psicoactivas… nunca vi eso antes en ninguna otra conferencia.
- No manifiestan en ningún momento algún tipo de rebeldía o fastidio por el aislamiento social, la larga abstinencia sexual, la ausencia de visitas y de salidas, la presencia de vino que no pueden tomar (que fabrican y sirven a los visitantes), la ausencia de acompañamiento psicoterapéutico y espiritual…
- No se ve ningún taller de creatividad personal: el arte es formal y destinado a la venta en circuitos de alto nivel de adquisición (los papeles murales pintados a mano se venden en Nueva York, los muebles de diseño son expuestos en galerías en todo el mundo…).
- Crían animales, pero no se ve ni un solo animal de compañía o mascota libre.
- Los residentes no manifiestan impaciencia ni deseo de salir, más bien muchos vuelven en lo que consideran una “gran familia” sin que tampoco se pueden identificar figuras paternas y maternas claves o referentes…salvo la del fundador que falleció todavía joven y tuvo problemas de acusación por abuso de poder, abuso sexual y otras cargas judiciales. Avanzan que eso pertenece a la historia del Centro, que los abusadores fueron excluidos, aunque la presidenta actual, Letizia Moratti, es una de las co-fundadoras.
- Hacen visitar a la gente de afuera sus talleres y muestran sus productos de alta calidad y su éxito empresarial, pero no se ve nada de la vida de la comunidad en sí, las historias clínicas, la intimidad de lo que pasa en este lugar y cómo se atienden a los pacientes y más que todo cómo se enfrenta el síndrome de abstinencia, las crisis emocionales, las transgresiones, las infestaciones espirituales, los disturbios psíquicos (o psiquiátricos que aparentemente no reciben).
- Se constata una disponibilidad de dinero considerable y en un boletín de la asociación se nota que solo en los primeros meses del 2014 habían conseguido donaciones por unos 200.000 Euros.
- No se notó un solo signo simbólico, espiritual, religioso, de sacralidad…salvo afiches del Papa Francisco bendiciendo la Comunidad Terapéutica de San Patrignano (o sea una propaganda admisible).
- No se ven estudiantes o investigadores externos, ni hacen referencia de estudios por personas ajenas a la institución (salvo la de la Universidad de Bologna cuya dependencia o no de los autores con la institución no conocemos). Una doctora del hospital de San Patrignano que testimonió es una ex-paciente y vive como soltera a poca distancia de la Institución. Otro joven testimonió que se había criado con ambos padres en San Patrignano hasta que, siendo joven, sus padres salieron de la Comunidad y no demoraron en pelearse, separarse, la madre retomó fuertemente el consumo de drogas y su hijo la tuvo que atender. Finalmente, este joven de ahora 27 años, sin ser adicto, decidió volver a vivir en San Patrignano que veía como el paraíso de su infancia y tenía una enamorada afuera que lo esperaba desde hace 5 años! La dependencia a la institución parece entonces muy fuerte porque parece representar un mundo aislado de los problemas exteriores y donde todo está super organizado y previsto. No hay sorpresas. No hay riesgos.

Esas observaciones parciales y de solo 3 días de son a contrastar con la impresión a primera vista de una suerte de mundo perfecto. Qué mejor que chicos y chicas “perdidos” en las drogas que ahora están tranquilos, limpios, trabajando, sonriendo, auto-abasteciéndose…? Además producen cosas de calidad para la sociedad y no molestan a nadie. Es realmente fascinante ver este milagro y eso sin complicarse con psicoterapia, medicamentos, religión, espiritualidad… ¡y encima todo gratis y rentable! No hay necesidad de personal especializado. La mayoría de los visitantes de un día y que no saben nada de adicciones quedan admirados…y sacan la billetera. Numerosos CEO de empresas nacionales y multinacionales.

Nos dio la sensación de una sociedad perfecta que escondía una sombra enorme. Una gran máquina funcional, eficiente, bien aceitada, donde los seres humanos están encerrados sin consciencia en un molde único, prefabricado, formateado. Nos hizo pensar a Matrix y la telenovela de “El prisionero” donde un hombre se encuentra en una sociedad de este estilo, de felicidad obligada, pero de la cual no se puede escapar. La fascinación nos evoca inevitablemente la alienación posible. La personalidad uniforme de los residentes nos hace pensar a una suerte de indiferenciación al opuesto del camino de individuación y donde la funcionalidad se asemeja a una forma de muerte espiritual. La seguridad garantizada elimina todo riesgo, incluyendo el riesgo de vivir su propia vida, de equivocarse, de fallar, de atreverse al amor, al vínculo espiritual, a los tormentos y alegrías del descubrimiento de sí mismo. La separación del mundo exterior, “elegante”, sin alambres de púa, sin guardias armados, nos evoca la sumisión psíquica a un modelo tan impregnado que no son necesarios para la contención.

En coherencia con un capitalismo “humanista”, si la expresión no es contradictoria en sí misma, este modelo atrae las inversiones económicas, el interés de instituciones financieras, la admiración de financistas. La economía positiva plantea salir del corto plazo juntando “el capital y el conocimiento” (Andrea Illy, Presidente y CEO de Illycaffe). El éxito económico es presentado como señal de realización: vino a una cena un famoso empresario italiano, Renzo Rosso, estilista y hombre de negocios, fundador de la marca de ropa “Diesel” (eslogan: “For a Successful Living” y línea de perfumes “Fuel for Life”), que partió de nada (nació en una granja) y se hizo uno de los hombres más ricos de Italia (sus empresas generan más de mil millones de dólares anuales) lanzando series originales de pantalones jeans desgarrados, descolorados... Es un humanista admirador del Dalai Lama y creó una Fundación (Only the Brave) que apoya proyectos innovadores en África. Pudo hablar, montado sobre una mesa, a los 1300 residentes del Centro, como ejemplo de éxito. Son numerosos los empresarios que se convierten al modelo de San Patrignano, pero aparentemente no se ven terapeutas conocedores de la problemática de las adicciones que hagan lo mismo. Existe como una resonancia natural entre San Patrignano y el ideal capitalista de trabajadores eficientes, que dan productos rentables, con una vida cuadrada subvencionada, pero sin sueldos ni reclamos ni laberintos sociales de tipo sindical.

Nos pareció simbólico el logotipo del encuentro que representa una fábrica clásica donde se agrega un motor de viento moderno y que nos evoca una suerte de modernización “ecológica”, “soft”, más presentable de la vieja fábrica donde trabajan a la cadena de montaje obreros semi esclavizados por esta modernidad.

LH - Forum

Todo ello hacía eco con algunas intervenciones que hablaban de un “humanismo funcional”, de un “altruismo racional” (Cedric Baucher), donde “yo gano y tú ganas” donde “el altruismo es un egoísmo inteligente” (Andrea Illy), donde “la inversión en el compartir es rentable” (Oscar Di Montigny). Donde se criticaba a las “religiones que postergan la esperanza de la felicidad al más allá” (Roberto Mondacci) y de esta manera “aplastan el presente con la duración (eternidad)” (Jacques Attali). Sería necesario liberarse de esos yugos religiosos para encontrar esa libertad y felicidad aquí y ahora, sacarse de encima los determinismos religiosos condicionantes, retomando una “filosofía positiva” (Roberto Mondacci).

Esos financistas de alto vuelo nos enseñan en el mismo tiempo que “el 98% de las transacciones no son basadas en intercambio reales de bienes” y que la “detención de los activos es actualmente de algunos segundos a máximo 4 minutos en el 60% de las transacciones bursátiles” (Henri Lachman). Nos informan que “el 90% de la población mundial no tiene acceso a instrumentos financieros” (Sébastien Duquet, Manager ResponsAbility leader mundial de la micro finanza). Reconocen que “el PBI no es un indicador válido del bienestar subjetivo” sino la “participación cultural (Enzo Gussi, Fundación Braco). Hay voces críticas que señalan que en “psicología positiva” se sabe que “el 11% de los jóvenes anglo-sajones de 16 a 24 años presentan periodos depresivos” (Dona Boniwell, Positran), que “las redes sociales de manera paradójica aíslan al lugar de conectar” y que a más hijos más aumenta la sensación de bienestar subjetivo y ello de manera exponencial” (Roberto Mondacci). Así como “los padres tienen interés en la felicidad de sus hijos” “nos conviene la felicidad de las generaciones futuras” (Jacques Attali). Alguno citó Gandhi (“No es a la velocidad e qué avanzas que cuenta sino en qué dirección”) y Dostoïevski (“La belleza nos salvará”); afirmó que” la crisis resulta esencialmente de una falta de idea”, que existe “una falta de referencias seguras a parte del pago de los impuestos y de la muerte”, que la nueva economía debe apuntar hacia “el bien y la creatividad”, que la “física cuántica y la neurociencia nos muestran que no somos aislados sino en interrelación” (Oscar Di Montigny). Se debe rescatar el valor de la “resiliencia y del bienestar interior” (Dona Boniwell). Otro recomienda de “partir de la práctica y volver a ella luego de aplicar el pensamiento crítico” (Roberto Mondacci).

Esa ambigüedad se refleja en esa propuesta de sociedad sin padre ni madre… solo “hermanos” o más bien semejantes ya que no puede haber hermanos sin padre ni madre. Semejantes que son como copias, dobles, sin la polaridad de donde nace el amor. El otro es idéntico, no hay alteridad que provoca atracción, fricción, suscita provocación, a veces miedo, sino un símil que es conocido, previsible. No hay parejas mixtas y la libido se esconde en esta donación de sí mimo a la matriz. Henri Lachman (CEO de Schneider Electric) rechazó en una intervención la “compasión que humilla” ni “cree en el altruismo” y prefiere “la solidaridad y la responsabilidad”, porque dicen que el otro es tratado como un pobrecito, menospreciado, cuando yo considero en realidad que es una confusión con la falsa piedad. Afirmó que “el beneficio económico (“profit”) puede lleno de virtud: independencia, inversión, durabilidad… Se aboga por la búsqueda de lo bello, lo bueno y lo verdadero, pero sin Dios de quién podemos eximirnos y más aún es una “idea” molestosa. No hay amor (agape), no hay individuos, solo hay el trabajo, la organización, la perfección de la gran máquina a la cual uno se identifica, se funde, se asimila. Como una suerte de regresión dentro de un gran útero cómodo donde uno está finalmente en paz y sacrifica su alma a esta Madre devoradora. Una suerte de paz de los cementerios con una muerte del espíritu. Hubo para nosotros sueños con masones e Iluminati. La perfección de un humanismo sin Dios que evoca los sueños hitlerianos, el mundo de “1984” de George Orwell, “Un mundo feliz” de Aldous Huxley. En suma, una sociedad luciferina dándonos una visión de lo que podría devenir el mundo actual si sigue el camino hacia la negación del alma y de la divinidad, el rechazo a la sacralidad. Vimos un botón de muestra de una sociedad terriblemente seductora por su impecabilidad y eficiencia…y que da sudor frío por la muerte del alma que se perfila detrás de ella.


Centro Takiwasi, 2014.
1Drs. Jacques Mabit y Rosa Giove, esposos y médicos fundadores del Centro Takiwasi de Rehabilitación de Toxicómanos y de Investigación de las Medicinas Tradicionales, en Tarapoto, Perú.
2Todas las intervenciones de las personas citadas se encuentran en el sitio web de San Patrignano - SanPa, del Movimiento para una economía positiva y en YouTube.