Ha sido publicado un nuevo estudio científico que se pone como objetivo arrojar luz sobre los efectos purgativos y eméticos poco estudiados del brebaje ayahuasca, revisando la relevancia cultural de la emesis y la purga en el contexto de las medicinas tradicionales amazónicas y acompañando este análisis con datos fitoquímicos y farmacológicos.
La ayahuasca es un brebaje con una larga historia de uso medicinal y religioso en la cuenca del Amazonas, y con un potencial farmacéutico prometedor en el contexto biomédico moderno [1]. La palabra ayahuasca proviene del quechua y puede traducirse como "liana del alma" o "liana de la muerte"; este brebaje también es conocido por varios otros nombres como yage, hoasca o caapi.
Los pueblos indígenas y mestizos de América del Sur han utilizado la ayahuasca durante siglos, y las ceremonias asociadas a su consumo se han vuelto populares también para el público occidental [2]. De hecho, desde hace algunas décadas el ritual de la ayahuasca es utilizado para tratar la adicción a las drogas, como lo demuestra el caso del Centro Takiwasi [3] y más recientemente está ganando atención también como tratamiento para otros trastornos de salud mental, en especial depresión y ansiedad, como herramienta de ayuda en procesos de duelo y abordaje de memorias traumáticas (PTSD) [4]. Se observa entonces claramente una tendencia a pasar de un consumo local limitado a la cuenca amazónica a un fenómeno global; este proceso es acompañado por el constante aumento de publicaciones científicas enfocadas en este brebaje.
A pesar del gran énfasis puesto en los conocidos efectos psicoactivos de la ayahuasca y su potencial aplicación en el tratamiento de trastornos de salud mental, la comunidad científica parece prestar menos atención a sus propiedades purgativas y eméticas, siendo estas apenas mencionadas y consideradas más bien como efectos secundarios e indeseables. De hecho, algunos investigadores han llegado a proponer una fórmula sintética de la ayahuasca llamada Pharmahuasca para evitar precisamente los “inconvenientes” de los vómitos [5]. Sin embargo, dentro del uso tradicional o ritual, los efectos purgantes y eméticos son considerados aspectos relevantes para la eficacia general de la medicina ayahuasca [6].
El artículo de revisión elaborado por los investigadores de la Universidad de Chieti, Italia, y liderado por el director científico de Takiwasi, Matteo Politi, se ha puesto como objetivo justamente revisar la importancia cultural de estos efectos dentro del uso tradicional y ceremonial de la ayahuasca, y revisar la farmacología de los principales constituyentes para su potencial aplicación en la salud gastrointestinal. El artículo, titulado “Beyond the Psychoactive Effects of Ayahuasca: Cultural and Pharmacological Relevance of Its Emetic and Purging Properties” [7], ha sido recientemente publicado en la revista académica Planta Medica. Analizamos entonces algunos de los puntos salientes de este nuevo estudio, complementando la información con algunas consideraciones basadas en la experiencia clínica del Centro Takiwasi.
El primer punto a tomar en cuenta para resaltar la importancia de los efectos eméticos de la ayahuasca es que, dentro de la tradición vegetalista amazónica, un nombre bastante común para este brebaje es “purga”, y el curandero que la administra puede ser denominado “purguero”. En la lengua indígena amazónica Matsigenka, el brebaje ayahuasca es llamado kamarampi, que deriva de la palabra 'kamarank' (vomitar) y puede ser traducido como “medicina para vomitar” [8].
Un estudio realizado en el pueblo de Chazuta, situado a orillas del Río Huallaga en la alta Amazonía peruana, muestra que la función primaria y original de la ayahuasca en la farmacopea amazónica era, de hecho, para la salud gastrointestinal, ya que las plantas purgantes son una forma popular de tratar las infecciones parasitarias [9]. La limpieza física incluye tradicionalmente la “limpieza del estómago” por la mala alimentación, los excesos en comida y bebida. Esta noción es extensiva en la actualidad y los participantes en una ceremonia de ayahuasca pueden purgar y liberar lo que se consideran aspectos negativos o tóxicos del estilo de vida moderno, como medicamentos, alimentos procesados, drogas, contaminación ambiental, radiación electromagnética, medios de comunicación, etc. El antropólogo Luis Eduardo Luna, a su vez, señala que la eficacia de la ayahuasca está relacionada tanto con su capacidad para producir visiones, como con su capacidad para inducir vómitos y diarreas y cuando no cumple una de estas dos funciones se considera que es una mala medicina [10].
En varias cosmologías indígenas de América del Sur, el origen de la enfermedad es reconducido a la acción de espíritus dañinos o a la presencia de objetos o espíritus en el cuerpo de la persona. El vómito sirve entonces para evacuar a las entidades intrusas, librando el cuerpo de la enfermedad [11]. Además, este proceso de limpieza es necesario para limpiar las interferencias inducidas por “malas energías” y así poder establecer un contacto con los espíritus vegetales que son aliados en la curación [8]. La noción de purificación del cuerpo es central y condiciona las buenas relaciones con el mundo invisible y los no-humanos. Se observa entonces que el uso de la ayahuasca como purga no es limitado a fines curativos. Los cazadores indígenas, por ejemplo, pueden usar plantas eméticas como la misma ayahuasca para limpiarse de los malos espíritus en su cuerpo y, a través de los efectos psicoactivos, pueden visitar el mundo espiritual para negociar con los animales del bosque que la caza sea exitosa.
En base a los aprendizajes recibidos por el personal del Centro Takiwasi de parte de maestros curanderos de la región, se da un uso específico a la ayahuasca también para purgar el daño (hechicería) localizado en el estómago y que se manifiesta con incomodidades gástricas (“dolor en la boca del estómago”), aparte de sus efectos psíquicos y espirituales. En la mayoría de los casos se trata de una brujería efectuada mediante la ingesta de un preparado solapadamente introducido en la comida o bebida de la víctima. En este caso, el curandero da una dosis de ayahuasca a su paciente, fuera de las clásicas ceremonias nocturnas, y luego de unos 20 minutos hacer ingerir 2 litros de agua tibia que inducen al vómito y expulsan el daño ingerido. En este procedimiento no se busca inducir mareación (aunque se pueden dar visiones en persona sensibles, pero son más leves y no duran) sino únicamente purgar.
El acceso al conocido efecto de mareación (embriaguez visionaria) provocado por la ingesta de ayahuasca incluye a menudo una limpieza previa con náuseas y vómitos. Un bloqueo psicológico o espiritual se levanta con la expulsión física y permite acceder a las visiones y enseñanzas, cualidades “pedagógicas” de la planta que por eso es denominada “maestra”. De otra parte, durante la mareación, el paciente puede acceder a informaciones claves o visiones intensas que saturan su capacidad de asimilación o le confrontan con realidades dolorosas de su existencia, llevando al vómito liberador. En este sentido, el vomitar representa también una protección frente a la toma de consciencia de contenidos que superan la capacidad de integración del paciente; en otras palabras, ofrece una prevención de sobredosis psico-emocional. El vómito en general, en esta situación, reduce los efectos de la mareación y permite acceder a una fase más pacífica y con tomas de consciencia positivas y sanadoras sobre los límites alcanzados. A veces la intensidad de este proceso se asimila a una vivencia de muerte-renacimiento. Se puede interpretar como una manera de botar lo malo y retener lo bueno.
La experiencia clínica en Takiwasi nos muestra que, a nivel psicológico, el vómito supone una apertura voluntaria del participante para "devolver" y la aceptación de encarar "el mal" que está adentro de sí mismo. A diferencia de la evacuación anal vinculada a connotaciones sádicas y dominadoras, la eliminación oral supone humildad, sumisión con confianza hacia el terapeuta y a través de él hacia la Vida. En sí, señala y manifiesta el deseo de "agachar la cabeza", romper la rigidez de la soberbia (“pueblo a la nuca dura” reza la Biblia frente a la rebeldía del pueblo judío) y liberarse de lo malo que uno reconoce llevar en sí mismo. El participante decide "devolver" lo que ha sido ingerido de manera incorrecta, los alimentos no solamente físicos, sino mentales y espirituales que tragó sin tener la capacidad de digerirlos ni metabolizarlos. Con la purificación de la boca es el verbo que se purifica, la palabra y por ende los pensamientos. Si se considera a la vida como un movimiento perpetuo, todo acto de retención constituye une forma de detener el flujo vital [12].
Se pone evidente como muchas veces, de manera neurótica, uno “quiere” su sufrimiento, prefiere guardarlo, ya que es conocido y habitual, en lugar de deshacerse de él y explorar otras maneras de vivir. Retener corresponde a un acto que tiene que ver con el “tener” e impide el “ser”. Esa retención constituye de alguna manera una transgresión espiritual en la medida en que se opone al flujo de la vida, de la energía vital, a la confianza básica que constituye un acto de fe. Se trata entonces de restituir lo que ha sido retenido de forma inadecuada, devolverlo. Atreverse a soltar, renunciar a la no aceptación de lo que conforma la propia existencia. El efecto purgativo de la ayahuasca lleva a esta abdicación necesaria, a esa benéfica rendición frente a lo que nos supera1. En este sentido figura el rompimiento del orgullo, la vanidad, la auto-suficiencia para ir hacia la aceptación de lo que la vida da y hacia el reconocimiento de las limitaciones propias, la pobreza íntima, la suciedad interior, hasta la vergonzosa miseria humana [12]. Esa miseria que apela la misericordia de algo que supera el ser humano y abre a la trascendencia. Invita a existir por “ser” y no por “tener”. Invita a renunciar al espíritu de venganza que busca siempre una devolución, una compensación por lo que uno considera injusto en su vida. Invita a renunciar al patrón de víctima frente a la vida que sería “mala” y reconocer que es uno mismo él que no sabe acoger la bondad de la vida porque no se le da como quiere, de la manera que quiere, cuando lo desea. En resumen, invita a renunciar a este ego infantil que no sabe entregarse y, en su inflación y tiranía, exige que las cosas sean como uno quiere. El “matar” este ego infantil conduce ciertas personas a asimilar el vomitar de manera voluntaria a una especie de muerte que les genera fuerte reticencia. Esa pequeña muerte equivale a renunciar a esta enorme pretensión de saber lo que está bien para uno mismo y qué es la vida, y por esa ceguera no ve la grandeza de lo que lo supera y no puede acceder a la contemplación humilde del misterio extraordinario del estar vivo. La purga da acceso a esta comprensión, no de manera intelectual, sino desde la inscripción corporal que se da a través del vómito [12].
El chamanismo indígena amazónico peruano y el uso de la ayahuasca se han moldeado a través del contacto e intercambio con culturas cercanas y lejanas a lo largo de los siglos. Por lo tanto, dentro del actual contexto neochamánico, el significado y el acto de vomitar y purgar en general también se vuelve poroso y puede acoger ciertos ajustes. De hecho, desde el punto de vista occidental el vómito es generalmente visto como un subproducto de la experiencia, un requisito previo “para el fin visionario más noble”. Como dijo Beyer, para un occidental los vómitos son angustiantes y hasta son considerados un acto humillante [13].
Fotiou y Gearin han producido el único estudio que, hasta el momento, da centralidad al tema de la purga relacionada a la ingesta ayahuasca, señalando que, en los contextos contemporáneos, la purga no es meramente un acto físico, sino que está lleno de significado y está asociado lo que puede ser definida una purga psíquica. La experiencia de los vómitos puede entonces ser reformulada a través de una nueva mirada psicológica y bajo una nueva comprensión de la curación [6]. Por ejemplo, dado el interés occidental en el chamanismo con fines de tratamiento de la salud mental y desarrollo personal, las dificultades encontradas durante los rituales se perciben como bloqueos personales. Bajo este enfoque la depuración se vuelve entonces un proceso necesario para expulsar, por ejemplo, emociones y estados de ánimo que ejercen presión sobre la persona, sentimientos de vacío o el peso de sucesos traumáticos pasados, incluyendo los procesos de duelo no cerrados.
En los nuevos contextos de uso de la ayahuasca, el vómito y la purga pueden entonces percibirse como un paso necesario para encontrar el camino de la vida, procesar emociones difíciles, contactar con el inconsciente o expiar un comportamiento inmoral [14]. La purga proporciona un signo visible de curación y la noción de limpieza se extiende a los niveles físico y emocional, pero también espiritual. Otro aspecto a resaltar es que, a través de los rituales con plantas eméticas, las personas pueden adquirir una nueva perspectiva o conciencia sobre la relación mutua entre el mundo físico y espiritual.
El vómito también parece tener un valor social dentro del contexto de la curación. El mismo acto y sonido del vómito de una persona puede difundirse por el círculo ritual durante una ceremonia de ayahuasca e influir en las visiones y experiencias de los otros participantes.
El nuevo estudio científico producido por la Universidad de Chieti toma en consideración también el rol de la relación intestino-cerebro. La microbiota o flora intestinal parece influir en el desarrollo de diversas enfermedades del sistema nervioso central, que incluyen trastornos de la motilidad y del comportamiento, enfermedades neurodegenerativas y accidentes cerebrovasculares. Varias investigaciones anteriores han puesto de relieve una correlación directa (eje) entre la microbiota y el cerebro [15, 16]. La misma ayahuasca, con sus alcaloides como harmina y la harmalina, podría contribuir a alterar la microbiota intestinal general, aunque la relación de este efecto sobre la salud mental todavía no ha sido evaluada [17].
Recientemente, los antropólogos Fotiou y Gearin han buscado crear un diálogo entre las perspectivas indígenas y los estudios científicos que muestran cómo el intestino y el cerebro comparten flujos bidireccionales de información, incluidos el estrés y la emoción [6]. La relación biológica entre el intestino y el cerebro parece entonces respaldar los conocimientos de los practicantes tradicionales y las narrativas transculturales de la purga relacionadas con la expulsión de elementos negativos del cuerpo, incluidas las emociones, lo que indica que estas perspectivas no son puramente simbólicas (virtuales), sino pueden tener una correspondencia a nivel de la práctica clínica. Efectivamente, este último artículo de revisión parece confirmar, en base al contenido fitoquímico de la ayahuasca, su potencial efecto a nivel gastrointestinal y su interconexión a nivel neuropsicológico.
Dentro del enfoque biomédico moderno, purga y emesis generalmente se consideran afecciones fisiopatológicas que requieren tratamientos específicos en lugar de ser consideradas herramientas terapéuticas como pasa en las tradiciones amazónicas. En realidad, se ha observado que en diferentes contextos de medicina tradicional estas representan importantes estrategias de desintoxicación, solicitando de diversas maneras todos los emuntorios (sudoración, diarreas, salivación, etc.) a menudo practicadas en combinación con el uso de plantas medicinales; este es el caso, por ejemplo, de la terapia panchakarma perteneciente a la tradición ayurveda en la India, pero también de los tratamientos laxantes a base de hierbas de la medicina tradicional china o el kampo japonés. Existen varios ejemplos de prácticas de depuración pertenecientes a la medicina tradicional amazónica, no solo con hierbas sino también con drogas animales como el kambó, y cabe mencionar que el jugo de tabaco amazónico (Nicotiana rustica) se utiliza como una importante purga [18]; en este sentido se puede hacer una conexión con el enema de tabaco que también formaba parte de la tradición médica occidental. A este propósito puede resultar interesante reflexionar sobre cómo en la cultura occidental se utiliza la herramienta de lavado gástrico solo en caso de intoxicación grave y aguda, y no como herramienta de prevención, ni para "curar" intoxicaciones crónicas o de naturaleza diferente a las vinculadas al plano material de la realidad que nos rodea.
Por lo tanto, se puede afirmar que la emesis y la purga se encuentran en una frontera sutil entre ser consideradas problemas o soluciones. En este sentido, es de notable interés mencionar cómo la emesis es un reflejo protector clave, que involucra múltiples sistemas del cuerpo humano, incluidos los músculos respiratorios, gastrointestinales y abdominales, y hay estudios que muestran que también sirve como una posible opción terapéutica, especialmente frente a la ingestión de toxinas alimentarias y el ataque de migraña [19]. Por otro lado, la misma práctica de vomitar, como mencionado anteriormente, es un aspecto importante de la medicina tradicional amazónica, donde las plantas eméticas se utilizan con fines depurativos no solo para restaurar la salud sino también para mantenerla.
La conclusión de los autores de este nuevo estudio es entonces que el factor clave que define la emesis y la purga como un problema o una solución (y esto se aplica también al uso de psicodélicos en general) es el contexto de uso, a menudo relacionado con el contexto cultural. Para resumir, lo que emerge desde los varios contextos de estudio analizados, tanto indígenas como mestizos, es que la función de los efectos purgantes y eméticos relacionados con la ayahuasca están estrechamente vinculados, si no inseparables, a los efectos visionarios y psicoactivos. Este vínculo parece ser fundamental también en algunos contextos neochamánicos de uso de la ayahuasca: a pesar de que el vómito como método de curación no es relevante en la cultura occidental actual, en el uso neochamánico contemporáneo de la ayahuasca, la depuración, extendida a los niveles psíquico, emocional y espiritual, es un aspecto esencial e intrínseco de su eficacia medicinal. Una buena purga es una buena medicina.
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1 En francés la palabra “rendre” refiere a la vez a la noción de restitución (devolver) como también a la de rendición (rendirse).