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Saludos Navideños desde Takiwasi

Queridos amigos,

Como a cada Navidad, se me urge a decir unas palabras con motivo de esta Fiesta de la Luz, como si tuviera que saber encontrar las palabras adecuadas para hablar en tiempos tan difíciles. Como si tuviera una solución rápida, una inspiración automática-ayahuasquera ¡Y me siento muy impotente! ¡Qué misterio es esta insolencia del Mal que nos asalta en este momento! ¡Qué incertidumbres sobre el futuro inmediato y el futuro lejano! Me siento muy pequeño.

Pero quizás este sea el comienzo de la "solución", la pequeñez...

Porque si hay algo que ilustra la Navidad, es el misterio igualmente increíble de un Dios tan "pequeño". Y quién elige a los "pequeños"... Casi siempre son los niños los que la Virgen escoge para hablarnos. Don Gobbi se asombró de que Dios lo eligiera para lanzar el Movimiento Sacerdotal Mariano, a lo que Jesús respondió que era una muy buena razón porque, dadas sus limitaciones, sería difícil dudar que venía de algo (o alguien) que lo supera.

A Takiwasi se nos presentó un caso difícil de una persona que había sufrido durante 8 años una verdadera prueba y que había probado todos los tratamientos y apoyos espirituales posibles. Entonces, una planta se presentó en una inspiración que nunca habíamos usado. Una planta tan común y cotidiana que se encuentra en todos los jardines y las calles de Tarapoto, incluso en mi patio trasero. Fue esta planta la que salvó a esta persona y acabó con 8 años de pesadillas...

A menudo cuento la historia de un paciente que soñaba con la hierba luisa para solucionar ciertos problemas y se negaba a usarla, considerando que en realidad no era una verdadera planta "chamánica". Sus dolencias, incluidas las físicas, cesaron tan pronto como aceptó tomar baños de hierba luisa.

Era "pequeño" pero justo y preciso, en este momento y no en otro.

Las pequeñas palabras, los pequeños gestos, las pequeñas ternuras del día a día. ¿Realmente creo en la fuerza del amor más fuerte que la muerte?

Ante las aterradoras amenazas de las consecuencias de la crisis de salud, de las inyecciones génicas, los códigos alfanuméricos y tantos disparates cotidianos, me digo que un "pequeño" granito de arena de la Providencia puede desenredar los planes más enrevesados de los malvados. Observamos aquí cómo el tabaco y la arcilla, por ejemplo, permiten hacer frente a todas estas intoxicaciones impuestas o incluso con simples purgas de saúco y rosa sisa.

En su soberbia, Satanás no vio al niño en el pesebre, demasiado pequeño para su "grandeza". Y, sin embargo, es Él quien lo deshará. Quedarnos pequeños, desamparados, discretos, vulnerables, eso es quizás lo que necesitamos para ponernos en sintonía con el Niño Jesús, para escondernos en su humildad y que nos susurre al oído palabras de Esperanza y de Paz.

Jacques Mabit, Navidad 2021.

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